«Toto» Caputo, el Messi de la toma de deuda

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El ministro de Economía, Luis Caputo, tiene un encanto muy particular. Es el único funcionario público en la historia argentina que logró convencer a dos presidentes, en un lapso no mayor a 10 años, de tomar cuantiosa deuda en el exterior. Con una particularidad: hoy, como jefe de Hacienda de Javier Milei y en sólo un año y medio, ya contrajo más deuda de la que le pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) en el gobierno de Mauricio Macri, gestión en la que «Toto» también fue funcionario con doble cargo, primero secretario de Finanzas y luego presidente del Banco Central (BCRA)

En ambas administraciones, además, Caputo salió a pedir dinero por la misma razón. Usarlo de salvavidas del plan económico y como garantía de financiamiento de las campañas políticas. Una parva de dólares para evitar la volatilidad natural de los programas de ajuste sin dólares genuinos. En su actual cargo, esas divisas son clave para mantener el dólar barato, desequilibrando las balanzas de comercio y turismo, y dejando al país carísimo en dólares. Todo para que un tipo de cambio más caro no se vaya a inflación, un temor que tiene razones. Caputo y Milei la ven: ya son varias las consultoras que adelantan que el IPC de junio será, al menos, un punto superior al de mayo, índice poco representativo del costo de vida, pero muy celebrado por los libertarios. 

Detalles de un informe de la consultora Vectorial al que accedió PáginaI12 apuntan que «la unica puerta de entrada de dólares es el endeudamiento a tasas que, a priori, parecen poco sostenibles. Se están endeudando con un Riesgo País de 700 puntos». En los números, la suma de todo lo que tomó Caputo ya se pone casi por encima de los 45 mil millones de dólares que se tomaron, con el FMI, en la era Macri. Hasta ahora, Caputo le pidió 20 mil millones de dólares al Fondo (a hoy llegaron 12 mil millones); 10 mil millones de dólares de deuda en dólares que suscribe en pesos vía el Bopreal (el peor endeudamiento porque no suma reservas, suscribe en pesos y devuelve dólares); 1000 millones del Bonte 2030, que se reabrió por 500 millones más en estos días, además de haber prometido Caputo suscribir otros 7000 millones hasta fin de año. 

En paralelo, el Messi del endeudamiento ya había tomado, en enero, un REPO, un préstamo de dólares de los bancos, por 1000 millones de dólares, a lo que se sumó este miércoles último otro REPO, pero de 2000 millones de dólares. Asimismo, Caputo les pidió a organismos internacionales como el BID, la CAF y el Banco Mundial 8000 millones de dólares. Del total de toda esa deuda, unos 38 mil millones se tomaron en los últimos seis meses, cuando el gobierno de Milei empezó a flaquear en su plan económico, precisamente, por la pérdida de dólares por el intento de mantener el precio del dólar fijo y que no se vaya a inflación. 

La confianza, el FMI y los dólares de la soja

Lo curioso del escenario es que el Gobierno vende que el endeudamiento es un gesto de confianza de los mercados, cuando no sólo está consiguiendo fondos a tasas ridiculamente altas, sino que lo hace luego de levantar, esta semana, todos los controles que obligaban a los capitales ingresantes una estadía mínima en el país. Al otro lado de la Cordillera, Gabriel Boric, presidente chileno que se asocia a los partidos de izquiera, fue noticia reciente por lograr que Chile tenga el Riesgo País más bajo desde antes de la pandemia, apenas por encima de los 100 puntos básicos. Los mercados parecen creerle más al trasandino que a la apertura total de Milei y Caputo: en Argentina, aún con todas esas concesiones, el indicador que publica el JP Morgan sigue muy cerca de los 700 puntos básicos. Inviable. 

Todo ese escenario se monta, además, en un FMI que parece haber bajado todas sus defensas ante los incumplimientos de Argentina. Le pospusieron a Caputo un mes la meta de acumulación de reservas y, según supo este diario, si «Toto» no llega con la deuda furibunda a cubrir el objetivo a mediados de julio, le otorgarán un «waiver», un perdón formal para otra violación de acuerdos. 

Otro punto central que expone el vicio irrefrenable de la toma deuda es que ese proceso no sólo se dio luego de un blanqueo millonario que le dio al Gobierno 20 mil millones de dólares, sino aparece con Caputo exigiendo que la sociedad saque sus dólares del colchón y en una inundación histórica de divisas del campo. Hasta ahora, el agro liquidó 13.600 milloners de dólares en exportaciones, lo que representa un 27 por ciento más que lo que se hizo en el año 2024. Además, quedan en manos de los productores soja para venderles a los exportadores por unos 14 mil millones de dólares adicionales. Es decir, Caputo se endeuda luego de haberse gastado ya millones para mantener el dólar frenado y con el campo trabajando a todo motor. Muestra, así, que el programa económico es insostenible sin la tarjeta de crédito. 

La inflación y los «Macri boys»

El 8 de junio del 2018, en una conferencia de prensa en Hacienda, el entonces secretario de Finanzas, Luis Caputo, acompañado de Santiago Bausili y Pablo Quirno, explicó las bondades del acuerdo millonario de Macri con el FMI. Luego se vieron con 500 inversores, para venderles el plan. Quirno hoy es el secretario de Finanzas y Bausili el presidente del Banco Central (BCRA). La foto de la deuda se repite, con los mismos actores y la misma explicación. 

«El acuerdo superó las expectativas de todos analistas y del mercado en general, ya que son USD 50.000 millones, más los USD 5.650 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y CAF, que despejan cualquier incertidumbre sobre el programa económico y la situación de los mercados», expresó «Toto», en aquel entonces. Cualquier similitud con los actual, no es pura coincidencia. 

Agregó entonces Caputo que el acuerdo “acelera la llegada al equilibrio primario, y se hace sin sobresaltos. (…) El Banco Central refuerza su autonomía y mejora sustancialmente su hoja de balance, debido a que no hay más financiamiento de la entidad monetaria al Tesoro, y comienza la reducción de la cantidad de Lebacs”. En esa línea, el titular en esos días de la cartera de Finanzas, expresó que, “por último, soluciona el tema del financiamiento, porque el paquete es lo suficientemente grande para cumplir las necesidades financieras hasta la finalización del mandato del Presidente Macri”. 

A modo de conclusión, el Caputo del PRO precisó que “tenemos financiamiento a tasas muy bajas en un contexto difícil. (Ese financiamento) es precautorio; si lo necesitás, lo podés usar, pero si recuperamos el acceso al mercado a buenas tasas, mejor guardarlo”. Y agregó que las necesidades de financiamiento que veían para 2019, «van a estar entorno a los USD 22.000 millones”.

A fines de septiembre de 2018, pocos meses después de decir de la deuda lo mismo que dice hoy en día, Caputo presentó su renuncia al Gobierno de Macri, con la crisis ya desatada. Lo hizo justo cuando el Presidente y su ministro de Economía, Nicolás Dujovne, explicaban el acuerdo en Nueva York. Unos meses más tarde, Macri dejó el Gobierno con niveles históricos de votos en su contra y una herencia de deuda que condiciona, inclusive, a la gestión del propio Milei.  

La toma de deuda récord, para cubrirse y llegar con inflación baja a la campaña, tiene además problemas de proceso y de resultados. Mientras el Gobierno celebra el 1,5 de IPC de mayo, las consultoras privadas ya avisan que en junio los precios volverán a subir, suba que se da en el momento de mayor volúmen de divisas del año. Equilibra, la consultora de Martín Rapetti, estima que junio tendrá un IPC del 2,2 por ciento. En mayo, Rapetti había medido un 1,7, sólo 0,2 por encima del INDEC. Por su parte, C+P, la consultora de Federico Pastrana y Pablo Moldován, estiman un 2,4 por ciento, con la núcleo por encima de ese valor. Para la lógica del Gobierno, este escenario exige acelerar aún más el ajuste y seguir regalando divisas a costa de reservas simuladas con deuda externa. 

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