Boca e Independiente: el miedo de que los clásicos cruzados aceleren sus crisis

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El fútbol iguala con rapidez. Si en el Apertura Independiente brillaba, le ganaba a Boca y lo eliminaba en una Bombonera que ardía, ahora, apenas unos meses después, la realidad de ambos equipos se emparejó. Boca sigue más o menos en la misma senda (o peor). Pero el que se desplomó fue el Rojo: luego de la eliminación contra Huracán en el torneo pasado, el equipo de Julio Vaccari acaba de quedar afuera de la Copa Argentina y todavía no pudo ganar en este Clausura. Por todo esto, los clásicos cruzados de hoy pueden ser más que eso: de locales, con la presión por salir de esta situación, Boca e Independiente se asoman a partidos determinantes que pueden aliviar o acelerar sus crisis deportivas.

Boca lleva once partidos sin ganar –la peor racha de su historia– y acumula eliminaciones en todas las competencias que disputó este año: Copa Libertadores, Copa Argentina, Mundial de Clubes y Torneo Apertura. Desde la última victoria, en abril ante Estudiantes, cuando era dirigido por Mariano Herrón, no logra encontrar respuestas dentro de la cancha, mientras que afuera el clima político y dirigencial es cada vez más tenso. La crisis tuvo su punto más alto con la decisión de Juan Román Riquelme de disolver el histórico Consejo de Fútbol. Solo Marcelo Delgado conservará su lugar, mientras que Raúl Cascini, Mauricio Serna y Jorge Bermúdez fueron desplazados en un intento de reestructurar la comunicación entre la dirigencia y el plantel.

Riquelme ya no parece intocable. Y lo que hasta hace poco no era negociable, ahora cambió: lo que ocurrió con el Consejo, las declaraciones de Serna (“me ofrecieron estar en otra área, pero no acepté”) y el nuevo rol de Delgado como secretario técnico, asoman como una reestructuración para oxigenar la relación del plantel con la dirigencia. Nadie sabe si funcionará. Como tampoco nadie sabe qué pasará con Russo, ante un supuesto pedido de su familia de dar un paso al costado ante la fragilidad de su salud que, al ser entrenador de Boca, se expone de manera cotidiana.

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Contextos. Suena raro, pero en mayo, por los cuartos de final del Apertura 2025, el Rojo se impuso 1-0 en la Bombonera con un gol de Álvaro Angulo y profundizó una crisis que ya parecía no tener más margen. Eran el yin y el yang. Para Boca, aquella derrota, que se sumó a una serie de fracasos deportivos, dejó en evidencia no solo las falencias futbolísticas sino también la falta de reacción de un equipo que, a pesar de su jerarquía individual, no logra plasmar una idea de juego coherente. Aunque lo curioso es que nadie hubiera intuido que esa victoria iba a ser un punto de inflexión también para Independiente.

El Rojo vive un presente opuesto al que tenía en aquel momento. El equipo transita su peor arranque en el torneo Clausura desde 2012, con apenas un punto de nueve disputados. Esta seguidilla de malos resultados se vio profundizada por la eliminación en la Copa Argentina a manos de Belgrano, que tensionó aún más el clima interno del club.

Vaccari asumió públicamente la responsabilidad: en una conferencia tras la caída ante Gimnasia en La Plata, admitió que los bajos rendimientos individuales y la falta de claridad en el juego recaen sobre su conducción. “Si hay futbolistas que están en un bajón, es mi deber sacarlos de eso”, enfatizó.

El diagnóstico no es menor: desde el regreso del receso invernal, solo registró una victoria (ante Gimnasia de Mendoza por Copa Argentina), un empate y tres derrotas.

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