A pura deuda

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Los recursos son tres: 1) se consumen flujos acumulados del pasado que se fueron transformado en ahorro/capital; 2) se consume flujo presente, lo que estamos generando; o 3) se consume flujo futuro a través de endeudamiento que anticipa lo que habrá que pagar en ese futuro. El gobierno de Milei consume los tres al mismo tiempo: amortización de obra pública no mantenida, el agregado de superávit energético, y, en mayor proporción, endeudamiento

Ahora que la campaña de Milei es “Nunca más kirchnerismo”, resulta oportuno reflexionar sobre aquello que en términos económicos más diferencie metafísicamente al kirchnerismo del libertarismo que se sintetiza en la relación de ambos con la deuda. Para el kirchnerismo es mala, esclaviza y cada vez que gobernó trató de reducirla o renegociarla con quita. Para Milei-Caputo (también Macri-Caputo) es la mejor señal de solvencia: solo se le presta a quien puede devolver; ser sujeto de crédito es demostración de solvencia.

Macri ganó las legislativas sin los dólares del FMI, que llegaron luego, pero Milei los precisó para tratar de ganar en medio término: todo se acelera.

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Y en Caputo reside el significante de continuidad económica entre el PRO y LLA. A los alrededor de 40 mil millones de dólares que tomó de deuda con el FMI en 2018 aquel Caputo se agregan ahora los nuevos 20 mil millones de este Caputo (14 mil millones ya ingresados), acercándose al 50% más. También ahora, como lo fue en 2018, esa deuda con el FMI paga vencimientos de otras deudas, por lo que el total de deuda en dólares no sube, pero el acreedor ahora es privilegiado y obliga a cumplir compromisos de política económica que hacen menos soberano al país. Y no es lo mismo deberles a muchos que a uno.

Cuando Macri tomó los primeros alrededor de 40 mil millones de dólares, Olavo de Carvalho, el intelectual de Bolsonaro, equivalente a lo que sería hoy en nuestro país Agustín Laje, dijo que mientras competía por atraer la mirada de Donald Trump en su primera presidencia al mismo tiempo el Brasil de Bolsonaro y la Argentina de Macri, que con el ingreso de nuestro país al FMI Argentina había bajado un escalón geopolítico, mientras que Brasil nunca precisó hipotecar su independencia. Por ejemplo Argentina no podría votar en contra de Estados Unidos en la Naciones Unidas si en algún momento considerase correcto hacerlo y tendría que alinearse con la geopolítica norteamericana, principal accionista del FMI.

Nos vamos acostumbrando, aquellos 40 mil millones de dólares de 2018 fueron un punto de inflexión en el debate público durante años, estos nuevos pasaron como un trámite y fueron necesarios que llegaran para calmar los mercados incluso antes de las elecciones de medio término, Macri pudo ganar las elecciones legislativas de 2017 sin el apoyo de los dólares del Fondo que fueron necesarios después para tratar de no perder su frustrada reelección, mientras que Milei los precisó para tratar de ganar las elecciones legislativas: todo se acelera.

No siempre la deuda es mala. Si resulta el puente para una inversión que generará más que el pago de los intereses permitiendo repagar el capital con su propio flujo, es bueno tomarla. Esencialmente, el prestamista vende tiempo, adelanta los recursos que se generan en el futuro al presente. Permite hacer la inversión y no posponerla hasta generar los recursos propios a través de ahorro.

Pero si la tasa de interés es superior a lo que generará la inversión de ese capital, en el caso de un proyecto, o superior en porcentaje a lo que aumentará el producto bruto del país, la deuda se hará impagable, porque crecerá continuamente en lugar de ir cancelándose.

Lo que sucede hoy, más allá del aumento de deuda en dólares con el FMI, con el aumento de la tasa de interés en pesos que paga el Tesoro para poder refinanciar los vencimientos de deuda locales: debe cada vez más descontado la inflación. Hay múltiples explicaciones técnicas sobre el desarme de la Lefi y el cambio de garantía que significa tener como deudor al Banco Central, que puede siempre emitir para pagar que, como ahora, el acreedor sea el Tesoro, que no puede emitir. Pero esas tecnicalidades, comprensibles y no menos importantes, no impiden ver que el gobierno de Milei aumenta la deuda total capitalizando los intereses con una tasa del doble de la inflación.

El Gobierno también consume futuro con los blanqueos pasando a pérdida futura recaudaciones tributarias de personas que no pagaron los impuestos y en algún momento podrán quedar expuestas a tener que hacerlo. Otra señal de similitudes entre la política económica de Macri y la de Milei son los blanqueos.

Seguramente, el kirchnerismo tiene con la deuda una fobia, lo mismo que con el mundo financiero. No es el único, la propia Iglesia católica en el Medioevo consideraba pecado que el dinero produjera dinero prohibiendo los intereses, y el papa Francisco fue un duro crítico de la financiarización de la economía. Pero en sentido opuesto tenemos un ministro de Economía cuya expertise es la capacidad para obtener infinitos recursos a través de distintas formas de endeudamiento. “El Messi de las finanzas”, como fue calificado por el jefe de Gabinete de Macri en 2018.

Así como impúdicamente cuenta Sturzenegger que Milei parecía alcanzar el clímax sexual frente a proyectos de ley que reducirían el gasto y desregularían la economía, Caputo podría obtener similar satisfacción si el riesgo país bajase a la mitad y Argentina pudiese tomar toda la deuda que quisiera en el mercado de deuda voluntario privado. “Cada uno goza como puede”, dijo el psiquiatra Sergio Zabalza sobre lo anterior. El problema es la resaca posterior a la satisfacción pulsional.

Metafísica de deuda. Friedrich Nietzsche expone en La genealogía de la moral (1887) que en la lengua alemana la palabra “deuda” y la palabra “culpa” comparten el morfema Schuld. También en inglés la vecindad entre should (deber) y shoulder (hombro) da a entender que “tanto las deudas como la culpa son aquello con lo que se carga”. En Capitalismo como religión (1921), Walter Benjamín escribió: “El capitalismo es el primer caso de un culto que no expía la culpa, sino que la engendra”, porque con los intereses la culpa no deja de aumentar. Deuda y sacrificio van juntas; “una vida endeudada es una vida culpable condenada al sacrificio”.

En La fábrica del hombre endeudado, el filósofo italiano Maurizio Lazzarato concibe a “la deuda como técnica de gobierno y control en la gubernamentalidad”, desarrolla la idea de “fabricación de deudas” como herramienta para “constreñir a los individuos para que se comporten de cierta manera”.

Bajo el disfrute de poder disponer anticipadamente del futuro, lo que sucedería a través del préstamo es “una apropiación de tiempo por parte de quien presta”, a quien se disciplina neutralizando cualquier posible insubordinación: “La deuda es también una técnica política de control”.

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