Nicole Kidman confesó que le encanta ser vista como un «ser sexual» tras el estreno del thriller Babygirl

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Hay estrellas que, en algún punto de su carrera, deciden romper con las expectativas que el público depositó sobre ellas. Nicole Kidman, a sus 57 años, parece haber asumido ese desafío con la intensidad que caracteriza a quienes ya no tienen nada que demostrar y, sin embargo, eligen correr riesgos. En una entrevista reciente con The Hollywood Reporter (THR), la actriz australiana reveló que disfruta ser vista como un «ser sexual», especialmente tras el estreno de su última película, “Babygirl”.

«Muchas veces las mujeres son descartadas como seres sexuales en cierto momento de su carrera. Así que fue realmente hermoso ser vista de esta manera«, confesó Kidman. La oportunidad llegó de la mano del thriller dirigido por Halina Reijn que la colocó en el centro de una historia tan provocadora como incómoda.

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Nicole Kidman sobre Babygirl: “Las mujeres se sienten identificadas”

En Babygirl, Kidman interpreta a una poderosa CEO que seduce a un joven compañero de trabajo, encarnado por Harris Dickinson. La relación entre ambos personajes es el vehículo para explorar temas de poder, deseo y autoconocimiento, cuestiones que Kidman considera profundamente relevantes.

«Mi personaje alcanzó un nivel de poder, pero no sabe quién es, qué quiere o qué desea, aunque parece tenerlo todo», explicó la actriz. «Creo que muchas mujeres se sienten identificadas. Han hecho todo: tienen hijos, pareja, una carrera, pero se preguntan: ‘¿Quién soy realmente? ¿Qué quiero? ¿Tengo que fingir para que me amen?’».

La película, que incluye escenas de alto voltaje, no solo desafía las convenciones narrativas, sino que también pone a Kidman en un terreno que, según sus palabras, es liberador. Sin embargo, el impacto no fue el mismo para todos. «Algunos me dijeron que es la película más perturbadora que han visto”, comentó la estrella de Hollywood..

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La complejidad de las escenas íntimas con Nicole Kidman

Para Harris Dickinson, coprotagonista de 28 años, trabajar con Kidman fue tanto un desafío como un privilegio. En una entrevista con Variety, el actor contó que tuvieron el apoyo de un coordinador de intimidad para las escenas más comprometidas. «Tuvimos una charla sobre los límites y luego Nicole y yo seguimos nuestras propias ideas dentro de esos parámetros», detalló.

No obstante, no todas las escenas fueron fáciles de ejecutar. Dickinson recordó una situación particular en la que tuvo que bailar casi desnudo en una habitación de hotel al ritmo de George Michael, sin ningún ensayo previo. «La directora puso la canción y dijo: ‘Bailá’. Así que hice lo que pude. Quizás tomé un poco de whisky antes. Pero fue vergonzoso».

A pesar de estos momentos incómodos, Dickinson elogió la profesionalidad y audacia de Kidman. «Es increíblemente valiente. Hace cosas que te dejan pensando: ‘¿Qué carajo es esto?’ Pero todo tiene sentido», afirmó.

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El costo emocional de la entrega actoral

Kidman, por su parte, reveló que la intensidad emocional del rodaje tuvo un alto impacto en ella. En una entrevista con The Sun, la actriz admitió que hubo momentos en los que llegó al límite: «Había escenas en las que decía: ‘No quiero más orgasmos. No te me acerques. Estoy harta. No me importa si nunca más me tocan en la vida’. Fue tan constante que terminó siendo agotador».

La película también incluye a Antonio Banderas, quien interpreta al marido de la protagonista, un hombre atrapado en una relación que desmorona los cimientos del matrimonio convencional. La dinámica entre estos tres personajes sirve como telón de fondo para una reflexión más amplia sobre el deseo, el poder y la identidad.

Un grito incómodo para una audiencia cómoda

Babygirl no es solo una película sobre el deseo en la madurez, sino también una crítica a las narrativas simplistas que Hollywood suele ofrecer. Kidman, con su trayectoria consolidada, se permite incomodar y desafiar. Como ella misma señala, este rol «no fue escrito para alguien de 20 o 30 años», y eso, en sí mismo, representa una ruptura con las convenciones de la industria.

Quizás la clave del impacto de Babygirl esté en su capacidad para incomodar. No se trata solo de escenas subidas de tono o personajes complejos, sino de la valentía de una actriz que, lejos de la complacencia, elige enfrentar sus propios límites y, de paso, los del público.

NG / Gi

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